Cuchita Lluch necesita pocas presentaciones, pero es que tampoco resulta fácil hacerlas. Tras toda una vida dedicada a las relaciones públicas en el ámbito de la gastronomía, su figura es clave para entender la puesta en valor de la cocina valenciana ante el resto de España. Durante los años que fue presidenta de la Academia de la Gastronomía Valenciana, este fue su objetivo fundamental y, a día de hoy, refuerza el mismo propósito como miembro de la Real Academia de la Gastronomía a nivel estatal. También ejerce como embajadora de Conhostur.

Ha respirado el amor por la comida desde bien pequeña, en la casa familiar que compartía con Begoña, y como comensal insaciable de los mejores restaurantes. Cuando se define como una mujer de tripa, es porque tiene algo claro: todo lo que nos sucede en el alma, bueno y malo, nace y muere en el estómago. Así que deja atrás su etapa como presidenta de la feria Mediterránea Gastrónoma y elige apostar por un proyecto personal, en el que le guía el amor por los suyos y el compromiso con la nutrición saludable, que ha potenciado su calidad de vida.

El papel de Cuchita sigue siendo el de siempre: poner en valor la buena cocina, y hacerla permeable a todos los hogares e instituciones, a través de Begoístas.